El año nuevo suele venir acompañado de conversaciones sobre la fijación de propósitos. Es el momento de pensar en nuevos objetivos, reflexionar sobre el año pasado y mirar hacia delante. Al hacerlo, es natural pensar en los objetivos del año pasado, algunos alcanzados y otros que no salieron según lo previsto. Cuando se trata de objetivos no alcanzados, esta reflexión puede provocar sentimientos de culpa, vergüenza o autocrítica.
La espiral de la culpa
¿Se siente culpable por un objetivo no cumplido? Suele ocurrir. Pero el problema es el siguiente: el sentimiento de culpa hace que nos centremos en lo que no ha sucedido, en lugar de crear espacio para pensar en lo que viene a continuación. Aunque es normal sentirse decepcionado, es importante intentar que esa decepción no se convierta en una barrera que te impida avanzar.
Puede resultar aún más difícil cuando parece que todo el mundo está ahorrando a lo grande, pagando deudas, comprando una casa o, en general, "arreglándoselas". Es fácil caer en la trampa de la comparación, pero puede ser bastante inútil, ya que puede reforzar los sentimientos de culpa y vergüenza. La situación de cada persona es diferente, y los retos a los que te enfrentas son únicos para ti.
Desviar la atención de la culpa y centrarla en tu propio camino y tu propio ritmo puede crear más espacio para el crecimiento.
Centrarse en el crecimiento
Si te encuentras dándole vueltas a objetivos incumplidos, puede ayudarte buscar las lecciones que contienen. ¿Qué ha funcionado? ¿Qué no funcionó? Aunque no hayas alcanzado un objetivo por completo, es posible que hayas aprendido algo sobre tu enfoque, tus prioridades o el momento de alcanzarlo.
A veces, el progreso no consiste en alcanzar el objetivo en sí, sino en superar un momento difícil y darte espacio para reagruparte y recuperarte. El crecimiento no siempre es lineal ni visible, pero no por ello es menos significativo.
Reconocer las pequeñas victorias, aunque parezcan insignificantes, puede ser una poderosa motivación. Con el tiempo, esos pequeños pasos pueden llegar a ser importantes.
Adaptarse a su propio ritmo
Conviene recordar que éste es tu viaje. Tus objetivos no tienen por qué coincidir con el calendario o las expectativas de nadie. Tú eres quien mejor conoce tu experiencia porque eres tú quien la está viviendo.
Puede que gastos inesperados, problemas de salud o cambios de trabajo hayan desbaratado sus planes. O puede que el agotamiento, la frustración o la tristeza te impidieran concentrarte. Ajustar tus objetivos o plazos no es un fracaso, es adaptarte a tus circunstancias actuales.
Establecer objetivos que te parezcan alcanzables y significativos en relación con tu situación actual puede marcar la diferencia. Ya sea crear un presupuesto, aclarar tus finanzas o darte un capricho, esos pasos son importantes.
Reencuadre su viaje financiero en el nuevo año
Al comenzar el nuevo año, es importante recordar que el progreso es personal. Dejar de lado la culpa y la vergüenza puede ayudarte a concentrar tu energía en crecer, aprender y avanzar a tu propio ritmo.
En lugar de obsesionarte con lo que no sucedió el año pasado, considera la posibilidad de celebrar los progresos que hiciste, por pequeños que fueran. Cada paso adelante es importante, y el año que viene es una oportunidad para seguir construyendo sobre lo que has empezado.